En el ámbito del marketing digital se habla mucho del contenido como una pieza clave fundamental de cualquier campaña de promoción online. Junto a la palabra «contenido» aparece otra equivalente o relacionada: «usuario». Es lógico, ya que, en pocas palabras, podemos definir el marketing digital como la publicidad digital basada en el contenido y centrada en el usuario. Esto es así: para triunfar en el ámbito virtual como creadores individuales o como empresas y negocios, es muy importante que dejemos el ego a un lado y pongamos a los usuarios objetivos en un pedestal.
¿Y el contenido dónde encaja en todo esto? El contenido, usando una metáfora extraña pero acertada, es el cebo que ponemos en el sedal para que nuestros clientes potenciales muerdan el anzuelo. Esto puede sonar a manipulación, pero no es más que teoría básica de publicidad aplicada al ámbito digital. En realidad, la manipulación es deshonesta y no hay nada peor que ser deshonestos con las personas a las que queremos convertir en clientes fieles de la marca. Los usuarios saben cuándo les estamos mintiendo, cuando intentamos aplicar en ellos manipulación, y por eso debemos tener en cuenta que el buen contenido, en contenido con «gancho», es también el contenido sincero que les aporta un valor.
Nuestro contenido puede adoptar muchas formas o más bien formatos. Puede ser un texto informativo de un blog, un videotutorial que subimos a nuestra cuenta corporativa de YouTube, o un podcast semanal. Todos esos contenidos son susceptibles de ser optimizados para el posicionamiento en Google, de tal manera que los usuarios que nos interesan nos pueden encontrar si realizan búsquedas en Google.
Cada vez que un usuario busca en Google quiera una cosa: resolver un problema, ya sea mediante la respuesta a una pregunta o el mero hecho de encontrar un producto o servicio que le sirva para mejorar su día a día. Nuestro contenido no puede vender, tiene que limitarse a ser una respuesta. Si lo conseguimos, y si logramos además que sea atractivo y fácil de consumir, tendremos la mayor parte del camino recorrido. Lo demás viene solo.
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