Crear una empresa supone invertir en tres ejes diferentes: los recursos técnicos, los recursos administrativos y los recursos humanos. No son cajones estancos separados, no podemos invertir préstamos sin papeles rápidos primero en unos y luego en otros. Tampoco podemos pretender que no necesitamos ninguno de los tres para construir desde la base un negocio sólido. Puede que, al principio, y con el único fin de ahorrar los recursos económicos, que en realidad es un cuarto recurso que se reparte entre los otros tres, tengamos que pasar un tiempo sin ayuda humana, con los requisitos técnicos mínimos, o administrando de maneras muy rudimentarias; pero debe ser temporal.
Porque si somos ambiciosos, y realmente queremos conseguir que nuestro proyecto de negocio tenga alcance y visibilidad, utilizar todas las ayudas financieras que podamos en construirlo debe ser una prioridad. Los recursos humanos son, en esencia, las personas a las que contratemos para apoyarnos en ellas, en sus conocimientos y en su especialidad. Como emprendedores y CEOs de la empresa debemos tener una idea clara de qué tipo de empresa queremos construir, y por supuesto también es importante reconocer que no podemos saberlo todo. No podemos ser administradores contables expertos, o profesionales del marketing digital con amplia trayectoria.
En cuanto a los recursos técnicos, debemos ser conscientes también de que necesitamos, en primer lugar, una oficina o un punto de reunión o de trabajo Ese punto de reunión podría ser digital, si habilitamos una plataforma y una intranet para que los empleados entre ellos, y nosotros con ellos, podamos conversar, reunirnos y compartir el trabajo diario. En físico, claramente necesitaremos ordenadores, impresoras, escáneres y otras facilidades que pueden ser perfectamente cubiertas mediante el uso de préstamos online, por ejemplo.
Los recursos administrativos, en realidad, son los de menos coste, porque son un concepto abstracto y no siempre tangible. Administrar es coordinar, y eso solo lo conseguiremos elaborando planes presupuestarios y de crecimiento a medio y largo plazo, tomando decisiones en reuniones periódicas, y marcándonos objetivos prioritarios y secundarios para no perder nunca la perspectiva de lo que queremos construir. Así, edificaremos bien nuestro negocio.